READERS GUIDE
Questions and Topics for Discussion
INTRODUCCIÓN
Al recibir el premio Nobel en 1962, John Steinbeck describió la obligación del escritor como «sacar a la luz los sueños oscuros y peligrosos de la humanidad con el próposito de mejorarlos.» Por esta razón algunos críticos han menospreciado su obra: lo han caracterizado como defensor de la crítica socialista del capitalismo; o, alternativamente, lo han visto como campeón del individualismo, o como un principiante en la sociobiología, o como naturalista.
A pesar de que se pueden leer sentidos políticos y filosóficos en sus textos, el lector que se limita a entender este punto simplista pierde algunos de los aspectos más interesantes de la obra de Steinbeck, incluyendo su don de la paradoja. «El hombre debe pensar las cosas bien,» insiste Tom Joad en Las uvas de la ira, «deben tener algún significado.» Sin embargo, en esta novela épica, tanto como en De ratones y hombres y en La perla, Steinbeck parece poner en duda la capacidad del pensamiento para entender los misterios de la existencia humana. Los tres libros examinan la moralidad y la necesidad en las acciones de los protagonistas mientras que buscan sus sueños.
El sueño de la educación de su hijo y de la salvación de su gente parece cristalizarse en la superficie de la joya gigantesca que encuentra Kino, el pescador pobre en La perla. El lector lo conoce primero al amanecer, escuchando los sonidos apagados de las tareas diurnas de su esposa Juana. En su mente, estos sonidos se confunden con la canción ancestral de la familia. «En este golfo de luz incierta, había más ilusiones que realidades.» La perla parece iluminar el sendero hacia un mundo más justo y hacia el fin de siglos de maltratamiento por los colonizadores blancos. Sin embargo, la promesa de riqueza saca a la luz la maldad que había esperado escondida en la conciencia de la comunidad, así como la perla se había escondido en su ostra en el fondo del mar. Al ensombrecerse el sueño, Kino recurre a la violencia y mata a cuatro hombres y últimamente a su propio hijo. ¿Qué otras opciones hubiera podido ejercer? De esta parábola, que resuena con las tradiciones orales, surgen varias preguntas en cuanto a las relaciones de los seres humanos con la naturaleza, su necesidad de un vínculo espiritual, y los costos de resistir a la justicia.
A pesar de que la forma es muy distinta, estas cuestiones también son centrales en su novela más polémica, Las uvas de la ira. En esta novela, la historia de la familia Joad durante la época del «Dust Bowl,» la gran crisis agropecuaria y familiar del medioeste de los Estados Unidos en los años treinta, está intercalada con cortos capítulos de comentario histórico y de episodios más bien fotográficos que documentan las tribulaciones de las familias desarraigadas. En busca de una vida decente en una California fertile y mítica, tres generaciones de la familia Joad se ponen en camino, juntándose con miles de otros en vía similar. En la experiencia, los viajeros se transforman del «yo» personal al «nosotros» comunal. La cooperación espontánea crece entre ellos en contraste con la crueldad de los terratenientes y con la desesperación de los trabajadores migratorios, para los cuales el refrán «uno tiene que comer» es constante.
Mientras viajan a la tierra prometida, los protagonistas de Las uvas de la ira confrontan tanto la fuerza enigmática de la naturaleza—la novela se abre con «un sol tan maduro como sangre nueva»—como las instituciones sociales deshumanizantes. Convertido en mártir cuando se declara en defensa de los pequeños agricultores desterrados a quienes los terratenientes de California explotan brutalmente, Casy, el predicador convertido en líder sindical, se maravilla por «la gran alma de todos.» Su discípulo Tom Joad, quien aparece primero en la novela después de una estadía en la cárcel por haber matado a uno en una pelea de borrachos, desaparece tarde en la novela después de matar a otro a quien cree responsable de la muerte de Casy. A pesar de que la convicción apasionada de Tom—que se expresa en su afirmación que «dondequiera que haya una lucha en que los hambrientos puedan comer, estaré allí»—provoca la simpatía del lector, su dilema, al igual que el de Kino, nos fuerza a cuestionar si la deprivación de la vida se puede justificar en cualquier caso.
Las uvas de la ira y La perla también son similares en sus personajes femeninos. Juana y Ma Joad comparten un significado eterno como la «ciudadela de la familia.» Las uvas de la ira termina cuando los últimos miembros de la familia Joad toman refugio del aguacero en un granero, y la hija de Ma Joad le da de mamar a un extranjero que está muriéndose de hambre, con la leche destinada a su bebé muerto. Así que el lector se queda con una imagen que recuerda el concepto evolucionante de la familia. Y en La perla, «la calidad de mujer» de Juana «pudo mediar en la masculinidad de Kino para salvarlos a todos.» Mientras que Steinbeck plantea esta oposición entre la feminidad y la masculinidad, se le permite al lector que determine exactamente lo que son las calidades de «hombre» y «mujer,» y por qué su reconciliación es necesaria para dominar la maldad desatada por la perla.
Steinbeck se aparta de esta depicción de la mujer en De ratones y hombres. Restringida al hogar de su esposo, y nunca nombrada en la novela, la esposa de Curley funciona prácticamente como una fuerza de la naturaleza, precipitando los eventos que derrotan los «planes mejor hechos» de los hombres. Si las mujeres protagonistas de Las uvas de la ira y La perla sugieren esperanza aún en las condiciones más desesperadas, la esposa de Curley no deja tras sí más que sueños destrozados.
De ratones y hombres narra una historia corta pero intensa que toma lugar durante la gran depresión. Los vagabundos George y Lennie, amigos en un mundo solitario, se mantienen con embustes mientras mantienen su sueño del tiempo en que puedan «vivir de la riqueza de la tierra.» Lennie tiene un cuerpo masivo pero inteligencia limitada, y debido a su conducta rara George actúa como su protector. Todas las personas de la novela están marginadas—un negro, un manco, una mujer solitaria. El terror de las consequencias de la enfermedad y la vejez está subrayado por la matanza indiferente del perro de Candy.
Steinbeck nos hace cuestionar si la muerte de Lennie, con su sueño centrado en su visión interiorizada, es preferible al futuro que le espera en el mundo ficticio/real de la novela. Casi todos los personajes comparten, de cierta manera, el sueño de Lennie y George de abundancia, una abundancia limitada y simple de «algunas hortalizas en la huerta, y si queremos un poco de whiskey, sólo tenemos que vender algunos huevos o algo…No más viviremos allá. Seremos parte de allá.»
Como en Las uvas de la ira y La perla, la naturaleza en De ratones y hombres es sugestiva pero equívoca, con la narración—contada principalmente en diálogo—encerrada en descripciones de un estanque, aparentemente tranquilo, pero señalado por la presencia de depredadores que andan escondidos. Esta visión naturalista está concentrada en las últimas palabras de la novela, palabras dichas por un personaje sin compasión. El fin de la novela parece en yuxtaposición con las exhortaciones de Steinbeck a favor de una visión de cambio social en las otras dos novelas con sus referencias explícitas a sistemas sociales humanos. En contraste, aquí parece atenerse a una sabiduría aún más elevada—la sabiduría de las mujeres en las otras dos novelas—en el personaje de Slim, quien no aspira a nada más de lo que posee. Su entendimiento «más allá del pensamiento» refleja en esta manera la imagen de la mujer-nodriza con que termina Las uvas de la ira.
En estas novelas, todas las cuales toman lugar en la lúgubre década entre 1937 y 1947, Steinbeck parece exhortar a los desposeídos a desafiar el sistema que les niega tanto el sustento como la dignidad, y a la vez impulsarlos a buscar el sentido de asentamiento espiritual que les permita a los individuos alcanzar la paz. De ese modo, hay una paradoja entre un autor que denuncia la injusticia mientras que exalta la posibilidad del individuo para asumir las penas enteras de la humanidad, tanto las humanas como las naturales.
Juana, al confrontarse con la esencia que no tiene respuesta, supera su terror por medio de invocar tanto las antiguas palabras de la magia como las de los viejos rituales—así juntando dos sistemas de creencia aparentemente contradictorios. De las preguntas de sus personajes en cuanto a lo que significa ser humano, se puede entender que para Steinbeck la literatura sirve no sólo como una llamada al activismo social sino también como una expresión y aprobación del papel de la paradoja en la experiencia humana. «Hay algo que no se puede traducir en un libro,» escribió, «esto, de por sí, es una de las muy pocas magias que hemos creado.»
BIOGRAFÍA DE STEINBECK
A menudo polémica, y con reseñas a veces ambivalentes, la obra innovadora de John Steinbeck, con su enfoque en la gente corriente, le ganó el premio Nobel en 1962. Además de sus novelas, Steinbeck escribió periodismo, cuentos, obras de teatro, guiones, y artículos de viaje.
Steinbeck nació en 1902 en Salinas, California, y pasó la mayoría de su vida en el condado de Monterey, el escenario de muchos de sus libros. Cuando era joven, trabajó de labriego, vaquero y obrero industrial. Transformó estas experiencias en las descripciones de las vidas de sus personajes de la clase obrera. Después de asistir a la universidad de Stanford sin regularidad por seis años, Steinbeck viajó en barco de carga a Nueva York, donde trabajó como periodista antes de volver a California.
Su primera novela, Copa de Oro, se imprimió en 1929, pero no se estableció como escritor hasta la publicación de Tortilla Flat en 1935. Esta novela cómica sobre los campesinos mexicanos de Monterey le ganó el reconocimiento crítico. Las uvas de la ira (1939), la novela que muchos llaman su obra maestra, fue tan bien recibida con elogio crítico como fue rechazada por su lenguaje grosero y política de izquierda. Steinbeck siempre eludió la publicidad, así que viajó a México en 1940, donde filmó El Pueblo Olvidado, un documentario sobre las condiciones rurales en ese país. Pasó la segunda guerra mundial como corresponsal para el New York Herald Tribune, y también para ese periódico dio una gira por Rusia en 1947. Además escribió La luna se ha puesto (1942), una obra de propaganda sobre la resistencia noruega a los Nazis.
Steinbeck escribió varias otras novelas importantes que incluyen, Al este del Edén (1952), El invierno de nuestro descontento (1961), y una memoria sobre un viaje por los Estados Unidos con su caniche, Viajes con Charley en busca de América (1962). Murió en Nueva York en 1968. Todavía su obra prosigue como un testamento de su compromiso a «celebrar la capacidad probada del hombre por la grandeza del corazón y del espíritu.»
PREGUNTAS INTERPRETATIVAS PARA LA DISCUSIÓN
Las Uvas De La Ira