¿SABES QUÉ CONTIENE LO QUE TE ESTÁS BEBIENDO?
«Una fabulosa guía de conocimientos botánicos para los amantes de los cócteles.» —Kirkus Reviews
El sake nació del grano del arroz, el whisky escocés surgió de la cebada, el tequila del agave, el ron de la caña de azúcar, el bourbon del maíz… Amy Stewart explora aquí la vertiginosa variedad de hierbas, flores, árboles, frutas y hongos que los seres humanos, gracias al ingenio, la inspiración o la desesperación, han logrado transformar en alcohol. De todas las plantas extraordinarias y misteriosas que se han fermentado y destilado, algunas son peligrosas, otras son absolutamente sorprendentes y una es tan antigua como los dinosaurios, pero todas han contribuido de una forma definitiva a nuestras tradiciones y nuestra historia.
Con más de cincuenta recetas de bebidas y consejos de cultivo para amantes de la jardinería, esta obra, fascinante mezcla de biología, química, historia y coctelería, es el invitado imprescindible en cualquier reunión social o familiar, donde no faltan las mejores recetas para preparar los cócteles más especiales, desde un Margarita clásico hasta un Manhattan, un Cóctel de vermut, un Café irlandés de Buena Vista o un Negroni, entre muchos otros.
Considerado uno de los libros más destacados de no ficción del año 2013, traducido a numerosos idiomas y galardonado con varios premios, Botánica para cócteles, ahora en un formato más manejable, se ha convertido, una década después de su publicación original, en un long-seller que no ha dejado de suscitar admiración y ganar nuevos lectores en todo el mundo.
PRIMERA PARTE
Exploraremos la fermentación y la destilación, procesos alquímicos gemelos que gestan el vino, la cerveza y los espirituosos. Avanzaremos de forma ordenada por el alfabeto: Primero revisaremos «los clásicos», desde el Agave, 21, hasta la Uva, 117, para luego mostrarte algunas de las formas de obtener alcohol más raras del mundo: Brebajes extraños, 130
SEGUNDA PARTE
A continuación, inundaremos nuestras creaciones con un surtido asombroso de pródigos regalos de la naturaleza Hierbas y especias, 156, Flores, 231, Árboles, 254, Fruta, 287, Frutos secos y semillas, 334
TERCERA PARTE
Y al final saldremos al jardín, donde encontraremos una selección estacional de aderezos y guarniciones botánicas para añadir a los cócteles en la última fase de su preparación. Ordenados de una manera similar: Hierbas aromáticas, 348, Flores, 355, Árboles, 360, Bayas y trepadoras, 368, Frutas y verduras, 372; se incluyen también recetas y consejos de cultivo.
Digestivos, 383
Algunas cuestiones finales:
Agradecimientos, 385,
Índice, 387
ENGLISH DESCRIPTION
The New York Times-bestselling guide to botany and booze celebrates its 10th anniversary with an updated edition—now including a guide to planting your very own cocktail garden to go with more than fifty drink recipes. This fascinating, go-to text about the plants that make our drinks is the ideal gift book for every cocktail aficionado, the perfect drinks book for every plant-lover.
Sake began with a grain of rice. Scotch emerged from barley, tequila from agave, rum from sugarcane, bourbon from corn. Thirsty yet? In The Drunken Botanist, Amy Stewart explores the dizzying array of herbs, flowers, trees, fruits, and fungi that humans have, through ingenuity, inspiration, and sheer desperation, contrived to transform into alcohol over the centuries.
Of all the extraordinary and obscure plants that have been fermented and distilled, a few are dangerous, some are downright bizarre, and one is as ancient as dinosaurs—but each represents a unique cultural contribution to our global drinking traditions and our history.
This charming concoction of biology, chemistry, history, etymology, and mixology—with delightful drawings, tasty cocktail recipes, and fun factoids throughout—will make you the most popular guest at any cocktail party.
“A book that makes familiar drinks seem new again . . . Through this horticultural lens, a mixed drink becomes a cornucopia of plants.”—NPR’s Morning Edition
“Amy Stewart has a way of making gardening seem exciting, even a little dangerous.” —The New York Times
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